«No todo el que pinta en la calle es grafitero»
Javier Robledo, 'XAV', es uno de los tatuadores y artistas urbanos más solicitados de España
Tiene más de 37.000 seguidores en Instagram, una legión de fans que ha hecho que algunas de sus obras, como el retrato de un sonriente niño que pintó en 2017 en Kiev, se hayan hecho virales. Javier Robledo (Gijón, 1991) es conocido como XAV y toda una celebridad en internet. Lo suyo es la pintura callejera, pero también los tatuajes, de hecho es uno de los tatuadores más demandados de Asturias y de toda España.
Y todo eso antes de llegar a los 30. «En realidad cumplo 28 dentro de unas semanas. Ya me queda poco», bromea. XAV recuerda que, cuando era pequeño, «estaba todo el rato dibujando». «Ya en el año 2005 comencé a pintar grafiti hasta el día de hoy». En 2013 este artista empezó a introducirse en el arte de plasmar ideas en la piel. Ahora compagina «grafiti y tatuaje, pero lo cierto es que estoy más tiempo tatuando que pintando, porque no tengo mucho hueco y porque en Asturias tampoco surgen demasiados proyectos para pintar murales».
Sus inicios le llevan «un muro que estaba lleno de grafitis cerca de mi casa y, a fuerza de verlo, me llamó la atención. Un día conocí a un amigo que se dedicaba a aquello y que sabía dónde comprar sprays y demás. Él fue el que me metió en el mundillo».
Reconoce que en esos años «no tenía nada que ver a lo que se puede hacer ahora. Era más vandálico, por así decirlo (risas). Se trataban de dibujos simples y no había mucho espacio donde poder pintar». A fuerza de trabajo fue mejorando y participando en diferentes proyectos de corte cada vez más «artístico». Admite que sus influencias como tatuador son incontables. En el terreno del grafiti lo tiene mas claro. Miguel Ángel Belinchón, 'Belin', es uno de sus grandes referentes. Pese a que el grafiti cada vez es una disciplina más aceptada, este artista considera que aún tiene un cierto estigma de gamberrismo. Para XAV, «el problema del grafiti también es que lo engloba todo. Cualquier persona que pinta por la calle no es grafitero, la gente lo mete ahí, pero eso no es así». En 2017 le llegó la oportunidad de crear uno de sus trabajos más virales. «Me llegó un email del director de un proyecto en Ucrania en el que, en un par de años, ya llevan pintadas doscientas fachadas. Cuando vi ese edificio de veinte pisos fue como un sueño, el sueño de cualquier grafitero».
Se muestra muy orgulloso del sonriente rostro de ese niño sobre la medianera de un bloque de veinte plantas, pese a que mucha gente en Kiev tuvo problemas «con el hecho de que fuera negro. Es algo a lo que no di importancia, el color de la piel del niño para mí era secundario». Otro de sus trabajos más queridos, el retrato de Tino Casal, llegó en 2018, durante el festival Parees de intervención mural de Oviedo. «ATudela Veguín le gusta mucho. Los vecinos todavía recuerdan mucho a Tino. Antes de empezar me reuní con gente que había ido con él a clase y fue muy bonito», recalca. Ahora mismo se centra en seguir formándose y «aprendiendo» a plasmar ideas en el ladrillo y la piel.
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