Una veintena de grafiteros se reúne en Gijón para pintar un mural y defender esta disciplina como "una forma de arte más"
Trescientos litros de pintura, entre plástica y spray, más de una veintena de grafiteros y un muro de 700 metros cuadrados junto a la avenida Manuel Llaneza. Esos son los ingredientes que conforman el Most Wanted Festival, un certamen artístico que alcanza este año su novena edición, todas ellas dedicadas a la cultura del grafiti y el arte urbano, un mundo que "cada vez está mucho más valorado".
Así lo cree Raúl Gil, presidente de Asociarte, entidad que organiza el evento, que asegura que "la cultura del grafiti, lejos de decaer, ha evolucionado muchísimo en estas décadas". Ahora, el grafiti "está más incluido en el street art, no tiene tanto esa concepción de vandalismo".
A fin de cuentas, Raúl Gil entiende que "es una forma de arte más y además una de las más actuales y apegadas a la realidad y las causas sociales". Por ello, "el grafiti es protesta, es contracultura". Y el ejemplo más claro se puede observar en el mural que este fin de semana pintaron los artistas en el parking de Peritos, cuyo tema principal son los fondos marinos, como protesta por su descontrolada contaminación.
"Hoy en día, los grafitis no son solo firmas, son obras más elaboradas, que cuentan una historia", explica Mark, conocido como "Demeseone", quien incide en que "la sociedad tiene que cambiar su concepción de los grafiteros, no son unos vándalos que estropean paredes, hay un trasfondo de protesta social o política".
Para Gil, "se está notando bastante movimiento en Asturias". De hecho, valora cómo "de un lado estamos los que llevamos muchos años en esto y dedicamos más tiempo a las piezas y, de otro, una nueva hornada que están empezando, llamados por ese punto clandestino e ilegal del grafiti". Así, el organizador del evento confirma que "los jóvenes están llegando desde atrás apretando", siempre teniendo en cuenta que "España, y Asturias más concretamente, tiene un gran nivel grafitero".
La muestra más evidente de esas nuevas generaciones es el joven leonés Eloy Baltanás, de apenas 7 años, que se atrevió a aportar su granito de arena al gran mural, pintando un pulpo y un cangrejo. La afición le viene de pequeño, "cuando ya pintaba las paredes de casa", recuerda su madre. Unos garabatos con pinturas en el gotelé que este fin de semana se convirtieron en trazos de spray en un gran mural que ejemplifican el gran nivel y futuro que tiene el mundo del grafiti en el Principado.
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