Grafitis a plena luz en Gijón
Un grupo de jóvenes consigue permiso de Emulsa para lavar la caraa una parte de la ciudad
Pintar grafitis es ilegal. Aunque depende de cuántos metros cuadrados tenga el dibujo, las multas a las que se enfrentan los grafiteros parten de los 600 euros. Si es en trenes, de 3.000 a 6.000 euros. Sin embargo, son muchas las ciudades que deciden adornar sus muros, medianeras y otro mobiliario urbano con grafitis y murales realizados con tiempo y permiso. En Gijón, desde el pasado fin de semana, un grupo de jóvenes tiene ese permiso para pintar varios contenedores en el entorno de colegios de la zona oeste y sur de la ciudad. El proyecto, que han denominado Urbangrafía, tiene el apoyo de la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (Emulsa) y de la Fundación Telefónica, a través del programa de emprendimiento social Think Big (Piensa a lo grande).
Sofía Rodríguez y Aitor Fernández fueron los primeros en utilizar los sprays en tres contenedores situados frente al colegio Noega, en Contrueces. Lo poco habitual de ver a grafiteros en acción a plena luz del día motivó que algún vecino avisara a la Policía. Sin ninguna consecuencia, puesto que los agentes que se acercaron hasta el lugar ya conocían que esta iniciativa tenía permiso. Otros vecinos mostraron una actitud completamente distinta: «Una vecina nos trajo helados y bebida porque, según nos dijo, sabe lo que es trabajar al sol». Y el día elegido para empezar a pintar el sol pegaba bien fuerte?
El proyecto surge en el Centro de Iniciativas Juveniles
En cada trabajo, estos jóvenes emplearán varias horas y eso es una de las principales diferencias con el grafiti considerado ilegal, cuya imagen más representativa son firmas y otras pintadas realizadas rápidamente. Este proyecto surgió en un curso de grafitis del Centro de Iniciativas Juveniles (CIJ) de La Calzada. «Nos quedamos sin botes y, como no había suficiente gente para organizar otro curso, el monitor nos propuso que hiciéramos un proyecto para optar a tener esa disponibilidad de pintura. Habíamos visto en otras ciudades contenedores pintados con grafitis y nos pareció buena idea intentarlo», explica Sofía Rodríguez, que tiene 17 años y es la única chica del grupo.
La propuesta, que ya hace un año que hicieron llegar a Emulsa, consiste en pintar los contenedores situados en el entorno de colegios como el Noega, Montevil, Elisburu, Alfonso Camín, Rey Pelayo o el propio CIJ. Junto a Sofía Rodríguez y Aitor Fernández, también participan Iván Serrano y David Marcos Elena. Cada uno envió 20 bocetos a Emulsa. Al estar en entornos escolares, buena parte de los dibujos escogidos son diseños infantiles y más sencillos, pero también en algún contenedor podrá apreciarse el arte del grafiti más complejo.
A Sofía Rodríguez el mundo del grafiti le gustaba desde siempre y aprovechó el curso del CIJ para conocerlo e ir perfeccionando la técnica. «A mí me gustaba de siempre dibujar y lo conocí en Madrid, en donde viví antes de venir a Gijón», dice Aitor Fernández, que lleva diez de sus 25 años manejando sprays y cuya firma es REZ, acompañada de la cabeza de un zorro.
El truco del grafiti: saber dibujar
Dibujar con un spray no es nada fácil. «El truco está en saber manejar el trazo y luego estar pendiente de las boquillas y de que el color no se acabe», explica Rodríguez. Los sprays pueden ser de alta y baja presión e incluso hay diferentes tipos de boquillas. «El truco es pintar», concreta Fernández, «para hacer un grafiti hay que saber dibujar. El grafiti está más ligado al dibujo de lo que la gente cree. Luego hay que controlar el spray, pero como cualquier otra técnica artística, como puede ser el aerógrafo, un bolígrafo o un lápiz».
La presión del chorreo se realiza a pulso y tiene que ser rápida para evitar que la pintura chorree: «Si pones mucha pintura gotea y de ahí que los trazos se tengan que realizar por capas». Al ser uno de los proyectos juveniles elegidos por el Think Big de la Fundación Telefónica, que fomenta iniciativas que beneficien a las comunidades o los barrios en los que residen los jóvenes participantes, tienen garantizados sprays suficientes para pintar los contenedores. En concreto, se les subvenciona con 400 euros y cada bote de spray cuesta algo más de tres euros. El dibujo que Aitor Fernández realizó en el contenedor de envases y plásticos en el entorno del colegio Noega es un gran búho que iba a completar en dos días con más de una docena de colores diferentes.
En Gijón, también a través del Conseyu de la Mocedá (CMX) se han realizado experiencias similares que han permitido a los grafiteros pintar con permiso en algunas grandes paredes de la ciudad. Pero han sido en pocas ocasiones. Lo habitual es que los grafitis se realicen de noche, en muy pocos minutos, o en zonas abandonadas.
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